martes, octubre 19, 2010

Låt den rätte komma in/Déjame entrar. Tomas Alfredson

Bitácora de una Cinefilia desprevenida. Cuarta entrega.

Una Historia de vampiros según Suecia. Låt den rätte komma in/Déjame entrar. Tomas Alfredson (Sala: Cineclub)

Generalmente luego de ver, escuchar o leer alguna de las nuevas narraciones sobre vampiros siempre me queda la sensación de que el argumento, necesariamente cíclico, termina en lo mismo como una especie de contribución que ratifica la permanente reutilización de un mito milenario.

Salvo contadas excepciones, las historias de vampiros llevadas al cine, no procuran incorporar elementos que enriquezcan la narrativa de la mítica historia original pero tampoco se apartan de ella buscando nuevas perspectivas de la trama clásica. El perfil del vampiro se mantiene intacto desde hace mucho tiempo, su condición de seductor, sus habilidades físicas y todos los clichés que envuelven los cuentos de vampiros, hicieron durante muchos años que cada vez que se llevara a la pantalla grande una historia sobre los famosos chupa sangre, terminara siendo una caricaturización de lo que podría ser una fuente argumental seria (con esto no me refiero que una película de vampiros solo pueda ser de suspenso o drama. No.)

El caso es que son pocas las películas de vampiros que logran una aproximación reflexiva a la construcción dramática del personaje sin caer en el conveniente cliché del hombre de figura lánguida de capa roja y negra, que se convierte en murciélago y duerme en un ataúd (esta peculiar generalización la hago en base a los circuitos colombianos de distribución y la cantidad de películas de esta índole que ellos traen a salas), de hecho muy pocas películas se acercan a la condición del vampirismo en la figura femenina o en la etapa de la niñez, por lo menos no como tema central de una trama dedicada o exclusiva. Déjame entrar (Let The Right One ), la película sueca del 2008,dirigida por Tomas Alfredson y Basada en la novela homónima de John Ajvide Lindqvist -quien además adapto el guion- se convierte en una cinta que de muchas maneras SI logra esa aproximación reflexiva, utilizando una forma narrativa sutil y para nada sobrecargada.

Déjame entrar es un filme que narra la historia de Oskar, un niño retraído que con sus escasos 12 años posee serios problemas de interacción social, vive en Blackeberg un suburbio de la ciudad de Estocolmo a comienzos de la década de 1980 (un paisaje teñido de blanco por la nieve y que de un modo extraño simboliza la frialdad de las relaciones sociales que muestra la cinta y un contexto en esencia Bergmaniano). En su estado de solitario una noche conoce a Eli, una niña en aspecto de la misma edad de él, quien se ha mudado recientemente al apartamento contiguo al de Oskar sospechosamente acompañada de un hombre mayor quien al parecer es su especie de guardián.

Los nuevos habitantes del gélido Blackeberg y la naciente relación de “amistad” entre Oskar y Eli traerán consigo una dramática trama que mezcla el suspenso, el drama y en ocasiones el terror alrededor de una verosímil historia de vampiros entrecruzada con varias sub-historias que se enmarcan en la cotidianidad. El tratamiento es impecablemente sutil, al punto que la palabra “vampiro” solo se menciona en una oportunidad y esos elementos comunes que abundan en las películas de vampiros son obviados por Alfredson, dando así una atmosfera de credibilidad que conlleva a una conexión intima con el espectador.

Particularidades de una historia de vampiros poco común.

En una película como Déjame entrar, transcurre muy poco tiempo para que el espectador se percate que se encuentra frente a una historia de vampiros “sui generis”. A escasos minutos de iniciada la cinta se es posible precisar elementos de la narrativa cinematográfica que constituirán parte indispensable en el desarrollo dramático logrado por la cinta, además de encontrar temas que son ejes medulares en el progreso de la historia. Uno de esos temas y tal vez el primero que el espectador encuentra en el transcurso de la película es el acoso escolar o bullying. Oskar, el personaje principal de la cinta, sufre constantes agresiones por parte de compañeros de la escuela. Las múltiples sesiones de acoso hacen de Oskar un niño con unas vastas ganas de venganza represada.

Otro de esos temas que cabalga bajo la piel de la película es el despertar erótico de Oskar. Desde el momento en el que Oskar y Eli se conocen, se crea una especia de tención erótica entre los dos personajes que mirada desde la óptica de Oskar se colorea con un tinte de ternura e inocencia.

La edificación de la historia alrededor de los temas, centrales y transversales, de la película se hace soportando el entretramado dramático en una narrativa visual simple, contextualizada es un ambiente parco, con diálogos cortos y personajes ensimismados. El predominio de los colores pasteles sobre un fondo blanco (nieve), son parte cardinal del ritmo que concuerda a la perfección con el clima del escenario escandinavo.

Una de las cosas que más me llamo la atención de la cinta es una peculiaridad concerniente al personaje de Eli, peculiaridad que además le da el nombre a al filme. Eli, la niña vampira posee la característica de no entrar a ningún sitio sin que antes se le invite a entrar, esta característica del personaje, lo hace más enigmático y de cierta manera más peligroso.

Otra cosa que me llamo la atención, es esa especie de juego que Oskar y Eli sostienen en base a la famosa clave morse. Este “jueguito” le da un toque de ternura al final de la cinta. Oscar y Eli escapando en un tren, Eli dentro de una caja mediante clave morse golpeando la caja emite la palabra Beso, Oscar responde con la misma palabra.

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Título: Déjame entrar

Título original: Låt den rätte komma in

Dirección: Tomas Alfredson

País: Suecia

Año: 2008

Fecha de estreno: 17/04/2009

Duración: 115 min.

Género: Drama, Romance, Thriller, Terror

Reparto: Kåre Hedebrant, Lina Leandersson, Per Ragnar, Henrik Dahl, Karin Bergquist, Peter Carlberg, Ika Nord, Mikael Rahm, Karl-Robert Lindgren, Anders T. Peedu

Guión: John Ajvide Lindqvist

Web: www.karmafilms.es/dejamentrar

Productora: Sveriges Television (SVT), EFTI, Chimney Pot, The, Fido Film AB, Filmpool Nord, Ljudligan, Sandrew Metronome Distribution Sverige AB, WAG

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martes, octubre 12, 2010

Una vez más Burton. 9 (de Shane Acker)



Bitácora de una Cinefilia desprevenida. Tercera Entrega.
9. Shane Acker (Sala: La bahía del filibustero)

Indudablemente no se puede desmeritar la particular forma de ver el mundo que tiene el director y productor de cine estadounidense Tim Burton, tal vez su experiencia como diseñador le regalo ese exclusivo tinte que posee al momento de ver el mundo atreves de una cámara de cine, pero la verdad no siempre acierta.

9 (el largo) Es una agradable historia llena de lo que yo creería es “más de lo mismo”, parece que Burton quisiera estandarizar una formula de hacer su especie de cine, ya ni siquiera como director, si no que como sucedió con The Nightmare Before Christmas, apadrina lo que a su parecer es “su” especie de cine o un cine que se parece a él. (Recordemos que The Nightmare Before Christmas es una historia de Burton aunque la dirigió Henry Selick y no el mismo Burton como suele creerse).

El largometraje animado 9 -ultimo apadrinamiento de Burton- está basado en un cortometraje del mismo nombre, escrito y dirigido por Shane Acker, un corto bastante famoso por su calidad, solides y fluidez de su historia fantásticamente contada en 11 minutos (Justo el tiempo preciso) sin utilizar una sola línea de dialogo.

Para esta nueva versión en largometraje, los productores (Tim Burton y Timur Bekmambetov) decidieron que el silencio para una historia alargada a la fuerza no era muy conveniente y resolvieron que: Elijah Wood, John C. Reilly, Jennifer Connelly, Crispin Glover, Martin Landau y Christopher Plummer recrearan las voces de los personajes que en el cortometraje original se bastaron sin musitar una palabra. En todo lo demás es casi lo mismo, la estética del mundo pos-apocalíptico en el que se desarrolla la trama, la apariencia de los personajes y alguna otras cosas más, solo que en esta oportunidad la historia que originalmente te la contaron el 11 minutos, la dilatan para contártela en algo más de una hora y veinte y al final uno termina de ver la película con la sensación de que le alargaron un cortometraje sin agregarle nada más que un montón de diálogos y no lograron acrecentar el drama.

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Número 9 (9)

Director Shane Acker
Guionista Shane Acker
Pamela Pettler
Productor Jim Lemley
Tim Burton
Timur Bekmambetov
Dana Ginsburg
Música Deborah Lurie
Danny Elfman
Fotografía Kevin R. Adams
Montaje Nick Kenway

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Para los que no vieron el cortometraje ahí se los dejo.



jueves, octubre 07, 2010

El secreto de sus ojos en Hollywood


Yo no sé si para un director de cine serio el hecho de que su película sea reencauchada en Hollywood se convierta en motivo de preocupación u orgullo, creería que la primera opción es apenas lógica. Con el secreto de sus ojos, la película de Juan José Campanella, sucede que el remake de su película en vez que general en él una preocupación, termino por convertirlo en el artífice de lo que estoy casi seguro será un fracaso. Juan José Campanella figura como Productor ejecutivo del proyecto que ya está en marcha.

El caso es que independientemente de si la película gusto o no (cosa que creo me dedicare a escribir uno de estos días), si fue “perfecta” tanto que aburre, o dramáticamente elegante etc. A mi parecer no considero un acierto de Capanella el hecho de llevar su película a Hollywood y estoy en todo mi derecho de decirlo.

Dolores

Bitácora de una Cinefilia desprevenida. Segunda entrega.
Dolores. Tatiana Villacob. (Sala: FICC)

Creería yo que se hace un poco difícil escribir sobre cortometrajes, me imagino que guardando las proporciones del caso sería más o menos como escribir sobre un cuento o sobre un poema y que de alguna manera se queda uno “corto” de material para escribir, pero en este caso las cosas no sucedieron tan así. Tal vez porque de cierta forma hubo una conexión especial con el cortometraje de Tatiana Villacob, que creo yo sé desato por el contexto de la historia y el paisaje de la sabana de mi querido Caribe. No sé.

La vedad es que independientemente de la locación, el cortometraje “Dolores” es una historia bien contada, con una introducción apenas soportable pero que con cada segundo (importantes en un cortometraje por cuestiones apenas obvias) va denudando una trama cautivadora y cruda de lo que en una época significo un doloroso pedazo de nuestra historia.

La forma narrativa es algo ortodoxa, con esto no quiero decir que este mal de hecho creo que por el contrario resulta interesante la manera como por medio de flash backs, va destapando elementos de importancia para la construcción de la historia.

La Historia a grandes rasgos.

Rodada en San Jacinto, población de los montes de maría (En este punto los que me conocen sabrán de esa cercanía que logró en mí esa conexión de la que hable anteriormente, para los que no me conocen explico que yo soy oriundo de San Juan Nep. Bolívar, Pueblo que se encuentra a más o menos 10 o 15 minutos al norte de San Jacinto) y contada en los albores de la década de los 50, trata la historia de una plañidera o llorona - mujeres que hace algún tiempo gozaban de mucha popularidad en la sabana del Caribe por su particular oficio, llorar en sepelios ajenos por dinero- que al servicio de los muertos de su glorioso partido Conservador se enfrenta a la contradictoria situación de llorar a su hijo que resulta muerto pero que para su desgracia militaba en el partido liberal. La historia termina con un desenlace poco imaginable.

Ficha Del cortometraje:
Dirección: Tatiana Villacob Meléndez
Estreno: 2009
Nacionalidad: Colombia
Género / Subgénero: Ficción / Drama
Duración: 13 minutos
Elenco:
Obeida Benavides, Margarita Vélez, Alberto Llerena, Alberto Ochoa, Luis Carlos Betancourt

Premios nacionales:
Realización de Cortometrajes. Fondo para el Desarrollo Cinematográfico. 2007
I premio del Concurso Corto en construcción del Festival Internacional de Cine de Cartagena 2008

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miércoles, octubre 06, 2010

Bergman: la complicidad con lo íntimo

Por: Juan Guillermo Martínez

La filmografía de Bergman es vasta y miscelánea. Y aunque era aficionado a un tema específico: la psiquis humana y todos los sentimientos que de ella se derivan, nunca dejó de tratarla de las más diversas formas. En todos sus trabajos siempre está latente cierto tipo de dejo misterioso que supone un ahondamiento a los rincones más difíciles y oscuros del alma; fundamento éste que lo erige como uno de los realizadores más preocupados por el universo sensitivo de la naturaleza humana. La obra de Bergman es densa, pero no por ello inentendible. Desde el comienzo manifiesta una constante llamativa en particular: la reinvención de un lenguaje que a pesar de ser, si se quiere, filosófico, dirige sus miradas a una de las cuestiones naturales que cobija al hombre en general: la mente humana.

Ahora bien, por ser éste un tema tan amplio y, por lo tanto, imposible de tratar en toda su extensión, así se tenga la posibilidad de rodar miles de películas ¾algo, por demás, irrealizable¾ Bergman se caracterizó por tratar de mostrar, a través de diferentes historias, lo concerniente al mentado tema. Los que más llamaban su atención eran: los desvaríos por los cuales pasaban sus atormentados personajes en un momento de crisis de pareja; se manifiestan escépticos frente a una posible reconciliación, y, por el contrario, se sienten angustiados y sumidos en un vacío existencial que los llevan a cometer actos criminales y psicópatas, nublados por la incertidumbre del más incierto destino. Así mismo, el papel del artista ahogado en un océano de no – creación, como en La hora del lobo (1967), demuestra una ojeada a la sensibilidad más profunda que posee el pintor, aspecto que no es ajeno a la crisis manifiesta que se convierte en crítica al arte occidental, crisis que nos recuerda al personaje felliniano de Ocho y medio, cuya imposibilidad creativa se refleja en ideas que tiene en los sueños y que es incapaz de llevar a la práctica. En el caso del pintor de La hora del lobo, sucede algo semejante pero develado a la inversa: en el insomnio. En las noches interminables, acompañado la mayoría de las veces por su abnegada esposa, el pintor merodea en los resquicios de su mente la manera de asesinar el atascamiento creativo que lo tortura.

Hay en los personajes Bergmanianos una búsqueda constante por salir del encerramiento que los ha convertido en seres angustiados, desesperados, lastimeros y sufridos. Están hundidos, prácticamente, en un abismo sin fondo que los presenta inútiles frente a su labor. Y es esa condición la que determina los sentimientos que los agobian. En el caso del film mencionado anteriormente, las piedras en el camino del artista no están en el exterior, sino en su mente. Lo que nos permite Bergman es la posibilidad de apreciar el día a día del derrumbamiento artístico y sentimental de un hombre atacado por desequilibrios mentales. Un hombre que no encuentra la puerta de salida correcta. La crisis que se nos muestra está perneada por la necesidad de describir, a como de lugar, un mundo interior poblado de extrañas criaturas que manejan el rumbo de la psiquis del artista.

Otro matiz que caracteriza a estos particulares individuos es la ausencia de un horizonte que los haga sentir seguros de sí mismos; seguridad que se escapa de ellos en la medida en que se comportan frente al mundo, como uno de los personajes de Persona (1966). De este modo, entonces, el silencio del personaje (su falta de seguridad) viene a determinar la unidad estructural, en su sentido más estricto, del film; es lo que, en conclusión, lo hace. En este sentido, pues, apreciamos la aventura de un complejo mundo interior que es incapaz de comunicarse con su semejante: con su exterior. Lo interesante del asunto estriba en el ensimismamiento de Liv Ullmann, extremo, por demás.

Es destacable, también, la forma cómo maneja en El séptimo sello (1956) la preocupación por la relación del hombre, y de la humanidad, en general, con Dios, en primer lugar y, luego, con la muerte. Demostrando, una vez más, el proceso íntimo del ser con sus semejantes, por un lado, y con seres suprasensibles, por el otro. Se advierte, así, una complicidad con el propio yo para desenmascarar asuntos profundos de investigar, como es el caso de la creencia y fe humanas.

Cabe resaltar el papel que desempeña la mujer en la obra de Bergman. Considerado en sus películas como un material, en alto grado, decisorio para la re – invención desde el punto de vista de realización del film y su contenido subsiguiente. La presenta de distintas formas: a veces, como posibilidad para buscar respuestas y posibles soluciones, pero, también, como principio de estancamiento de una labor útil y creadora como la artista dePersona. La mujer, en Bergman, es, en definitiva, un acertijo con necesidades de manifestarse, ya sea con miradas, con planos de hermosos ojos, con silencios larguísimos, con monólogos, para, así, escudriñar en lo privado del alma humana, a partir de su delicada sensibilidad, un sinnúmero de estados solitarios representados en un solo cuerpo, tal como él lo siente. Por ello, no son gratuitas las declaraciones a cámara que dan sus actrices, y las confesiones privadas que se advierten frente al foco.

Bergman es un ejemplo claro de excavación. Remueve, en cada uno de sus trabajos, las sensaciones que determinan la existencia del ser humano en el mundo que lo rodea.

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