Colombia a 63 años de los grandes formadores de público
Este 6 de septiembre, se cumplen 63 años de la tan
conocida primera proyección del cineclub de Colombia en el teatro San diego de
la ciudad de Bogotá, un relato que entre mitos, imprecisiones históricas y
especulaciones propias de la pasión cinematográfica, se ha llevado en múltiples
ocasiones al papel y ha significado obligado tema de conversación en espacios
de integración cineclubistica en Colombia.
Ese mítico 6 de septiembre de 1949, dio inicio a un
movimiento de estudio, difusión y análisis del fenómeno cinematográfico en su
esencia más pura, movimiento que se convirtió desde entonces en una de las
iniciativas colombianas de vanguardia más relevantes en la historia de la
cinematografía nacional.
La palabra cineclub, se encuentra consignada en las
primeras páginas de la historia de instituciones y labores tan importantes como
las cinematecas, festivales de cine, grupos de análisis cinematográficos,
revistas de cine y por supuesto la critica cinematográfica, siendo la labor
cineclubistica, en el caso los primeros festival y cinematecas, antecesora
ineludible.
63 años más tarde de que el Cineclub de Colombia diera
inicio a la proyección de “Los niños del paraíso” de Marcel Carne, el
movimiento cineclubista colombiano sigue dando su batalla incansable por la difusión
del “buen” cine y la creación de espacios de debates que generen procesos
sólidos de formación al público interesado en formase.
Podría afirmar, sin temor a equivocarme, que ninguna
institución nacional, oficial o privada, lleva una labor tan incansable y
continua de formación de públicos igual a la de varios cineclubes a nivel
nacional. Muestras de cine, festivales, proyecciones en los barrios, cineforos,
talleres y algunas otras tareas que no podría precisar, hacen parte del
portafolio de servicios de muchos cineclubes en Colombia, todo esto en la gran
mayoría de los casos, sin ningún apoyo económico y manteniendo en todas las
ocasiones la premisa máxima de la gratuidad.
El cineclubista enfrenta grandes molinos de vientos,
muchos de ellos producto de sus propios desórdenes y otros muchos instaurados
por un sistema que lo margina e ilegaliza, armado sólo de sus ganas sinceras y
sin pretensiones de mostrar cine.
Todo lo anterior me refiere que la humilde labor
cineclubista, significa tal vez la forma más sincera de acercamiento al séptimo
arte, en la gran mayoría de los casos, la primera aproximación directa con la
dinámica del audiovisual, que tienen
muchas de las personas que deciden dedicarse el resto de su vida al cine
y sus labores, la cantera donde hasta el día de hoy se forman los cineastas,
críticos de cine, directores de festivales y en general los fagocitadores de
imágenes en movimiento: El público.
Gabriel
Ramón Pérez Castellar
Primera editorial dela página web del movimiento
Cineclubista Colombiano.
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